En esta edición, nuestra compañera María Florka traduce tres poemas de Keetje Kuipers.
Keetje Kuipers es una escritora y editora estadounidense. Autora de tres colecciones de poemas: All Its Charms (BOA Editions, 2019), The Keys to the Jail (BOA Editions, 2014) y Beautiful in the Mouth (BOA Editions, 2010), ganador del premio A. Poulin, Jr. Poetry Prize. Ha recibido becas de Lucas Artist Residency, Jentel Artist Residency Foundation y Brush Creek Foundation for the Arts, entre otras. Es miembro de la casa de escritura Hugo House en Seattle, Washington y editora principal de Poetry Northwest. Vive en una isla en el mar de Salish.
> Poemas
The Rats
They come home with our daughter because there’s no one at school to feed them on the weekends. They are mates, and like all true companions they are devoted and they bite. We set their cage on the kitchen table and wait for the weekend to end, for our girl to fall asleep so we can talk about god while the rats lick the silver ball that delivers the water one drop at a time. There are so many points on which you and I disagree: the value of a clean counter, the purpose of parent-teacher conferences, what warrants a good cry or calling you a name so cruel I make myself whisper it through my teeth. God
is the least of it. When I think I’m so angry I could hit you in the face, you turn yours to me with a look of disbelief. The rats, meanwhile, have turned up the volume. Tick, tick, says the silver ball as their teeth click against it, thirsty as ever, thirstier still at night when the darkness wakes them. And during the day, when they’re curled together in their flannel hammock, head to tail, two furry apostrophes possessing nothing but each other, paws pressed together as if in prayer— to what gods do they prostrate themselves then? God of fidelity? God of forgiveness? I lied when I said I didn’t believe. Who—even me, the coldest of heart—could turn away from a sea parted, bread that multiplies to answer need, water transformed to the sweetest wine, the kind that tastes better for each year it’s been left in the barrel?
> Traducción
Las ratas
Vienen a casa con nuestra hija
porque no hay nadie en la escuela
para alimentarlas los fines de semana.
Son una pareja, y como todos los verdaderos
compañeros son devotas
y muerden. Pusimos la jaula
sobre la mesa de la cocina y esperamos
a que termine el fin de semana, a que nuestra nena
se quede dormida así podemos hablar
sobre dios mientras las ratas lamen
la bola plateada que les entrega
agua de a una gota a la vez.
Hay tantas cosas en las que no
estamos de acuerdo: el valor
de una mesada limpia, el propósito
de las reuniones de padres en la escuela,
qué amerita un buen llanto o nombrarte
de una manera tan cruel que me hago
susurrarla entre dientes. Dios
es lo de menos. Cuando pienso
que estoy tan enojada que podría pegarte
en la cara, la girás hacia mí
con una mirada de incredulidad. Las ratas,
mientras tanto, han subido el volumen.
Tick, tick, dice la bola plateada
cuando sus dientes chasquean contra ella, sedientas
como nunca, más sedientas aún de noche
cuando la oscuridad las despierta.
Y durante el día, cuando están enroscadas
juntas en su hamaca de franela,
cabeza con cola, dos apóstrofes peludos
poseyendo nada más que el uno al otro,
patas juntas como si estuvieran rezando-
¿ante qué dioses se postran
a sí mismas entonces? ¿El dios de la fidelidad? ¿El
dios del perdón? Mentí cuando dije
que no creía ¿Quién -incluso yo,
el corazón más frío- podría rechazar
un mar partido, el pan que se multiplica
para responder a la necesidad, el agua transformada
en el vino más dulce, de esa clase
que sabe mejor por cada año
que ha sido dejado en el barril?
Yardwork
Every weekend I give you chores: rake, fill feeders, give the grass a mow. My body, too, is told to work, while yours— lush and flowering on all scores— is asked to wait for what mine might grow. All week long I do my brand of chores, priming the flesh’s barren moors with needled prescriptions designed to sow these unnamed seeds that are not yours.
Making love some evening might restore us to our freer former selves, though touching could be one more chore of prodding hands I’ve learned to ignore. Now the nurses peck my limbs like crows, discouraging my body’s urge for yours— I resist planting and can’t bear play. But more than plotted cycles, this I know: Some things can’t be fixed through faithful chores, my body failing to work apart from yours.
> Traducción
Trabajo de jardinería
Cada fin de semana te doy tareas:
rastrillar, llenar comederos, cortar el pasto.
Mi cuerpo, también, es mandado a trabajar, mientras al tuyo-
lozano y floreciente en todos los aspectos-
le piden que espere a lo que el mío coseche.
Toda la semana hago mi parte de las tareas,
preparando la carne de los páramos estériles
con prescripciones de aguja diseñadas para sembrar
estas semillas sin nombre que no son tuyas.
Hacer el amor alguna noche tal vez nos
devuelva a nuestras formas anteriores más libres, aunque
tocarse podría ser una tarea más
de manos pinchudas que aprendí a ignorar.
Ahora las enfermeras picotean mis miembros como cuervos,
disuadiendo las ansias de mi cuerpo por el tuyo-
me resisto a plantar y no puedo soportar el juego. Pero a diferencia
de los ciclos planeados, esto sí lo sé:
Algunas cosas no pueden arreglarse mediante tareas fieles,
mi cuerpo falla al trabajar lejos del tuyo.
After My Shower, a Bee at the Window
She crawls against the pane, belly-dragging her reflection below wings poised for flight. My own mirror fogged with steam, I lean in for a look: It likes to tell me I’m young, but without the wink and nod of glass, I know my body is close to learning some new thing about itself. This was to be my poem of transformation, for which I find I can’t now see beyond my toes. She asks, Where do you go when you’re not here? As if my vision will uncloud and I’ll know the name my body’s longing to become. I cup her in my hand where she buzzes like a chainsaw before I lift the sash.
> Traducción
Después de ducharme, una abeja en mi ventana
Repta contra el vidrio, arrastrando con la panza
su reflejo bajo alas posicionadas para volar.
Mi propio espejo borroso con vapor, me inclino
para mirarme: le gusta decirme que soy joven,
pero sin la complicidad de vidrio, yo
sé que mi cuerpo está por aprender algo
nuevo sobre sí mismo. Este iba a ser
mi poema sobre transformación, para el cual
descubro que no puedo ver nada más allá de mis pies. Ella
pregunta, ¿A dónde vas cuando no estás acá?
Como si mi visión fuera a aclararse y supiera
el nombre en que mi cuerpo quiere transformarse.
La tomo en mi mano donde zumba
como una motosierra antes de que levante la hoja.
Sobre María
María Florka (1992, Adrogué). Estudiante de Filosofía. Música. Poeta. Tiene dos gatos: Ruperto y Chiquito.
>> Si querés contactar a Florka, escribile a mariaflorka@hotmail.com
Comments