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Reponer la sensorialidad de una experiencia invivible

“Hay algo que pasa en el mundo, cada vez que suena un disparo, cada vez que explota en vuelo una bandada de aves y, lo que ocurre con eso, es parte del movimiento del poemario”, escribe Misael Castillo sobre "Vocabulario Cinegético" de Rocío Lanfranco editado por Azogue Libros.


"Vocabulario cinegético" es un poemario de Rocío Lanfranco publicado por la editorial entrerriana Azogue Libros en el año 2020. La imagen de portada es de la artista Carla Botto y el diseño de portada fue realizado por Julián Villarraza.


En el poemario nos encontramos, de alguna manera, frente a textos condensados, donde se manifiestan diversos lenguajes que se ponen al servicio del objeto estético. La autora pareciera encontrar su voz en la naturaleza cuyo lenguaje es tan impredecible como extraordinario. Este lenguaje solo puede interpretarse observando y lo mismo ocurre con el libro. "Vocabulario cinegético", a mi modo de ver, además de ser un libro, es un álbum de fotos, una tarde en el campo, un viaje por la ruta. Daiana Henderson escribe en la contratapa:

“Este libro apuesta a la poesía como posibilidad de reponer la sensorialidad de una experiencia invivible, una empresa que va más allá de la mera imaginación. Desprendido del tiempo pero con una poderosa conciencia histórica, delimita un espacio salvaje interrumpido por los actos irracionales en los que deriva el dominio de la razón “.

En los paratextos encontramos diversos indicios con respecto a cómo empezar la lectura. Es tan importante el arte de tapa, como el título y la ubicación de cada poema. "Vocabulario cinegético" es, quizás, el libro de la búsqueda de la experiencia sensorial. Hay algo que pasa en el mundo, cada vez que suena un disparo, cada vez que explota en vuelo una bandada de aves y lo que ocurre con eso es parte del movimiento del poemario. Encontramos definiciones e historias que surgen del arte de la caza, pero son las propias palabras las que intentan, de alguna manera, acercarnos los significados que dejamos pasar en las cotidianidades. El libro es un retrato de lo que ocurre entre el ser humano y la naturaleza como un todo.


En cada poema, aparece un doble lenguaje que es el retrato de dos mundos: el primero, el de los que viven con; el segundo, el de los que viven, o intentan vivir de. Si bien la autora no plantea a la animalidad o a la naturaleza desde una perspectiva idílica, es cierto que observa en cada actitud animal un intento de convivir a partir de una educación terrenal que, quizás, a nosotros como –usurpadores- nos falta. “Hay un pájaro comiendo tierra/(…)/ Cuando los otros miren/y se relaman/ él hará como que teme/(…)/ recién ahí/batirá con desparramo/ las alas y la garganta”.


Además, todos los silencios parecieran estar ubicados textualmente, con su propia semántica y lanzados sobre una pragmática que hace de la realidad un campo dinamitado. Cada uno es un respiro que deja espacio a esos otros lenguajes que aparecen. En el poema 23 el yo poético pareciera mostrarnos el silencio. Pero ¿qué observamos de él? Silencio no solo significa ausencia de palabras: “El azar es dos conejos/ que se pierden/ en cinco direcciones diferentes/(…)/ antes de todo/ partió la bala”. ¿El verbo -partió- no suena acaso como un disparo que revienta en la tierra? A mi modo de ver sí, tiene la misma acentuación que una bala rompiendo un montículo en el suelo justo al lado de dos conejos.


Otro aspecto al que la autora recurre es a la exposición (por eso mencionamos en principio que leer este libro es, un poco, como ver un álbum de fotos). Los juegos sensoriales estallan en la lectura. Es como si Lanfranco estuviera a nuestro lado, indicándonos qué parte del monte, qué parte del campo observar en cada momento. Nos muestra quiénes “vuelven listos/ para nombrar la muerte” desde los ojos de quien tiene a la muerte en sus manos.


Por otro lado, en algunos poemas, aparece la figura de la razón como una autoridad que somete constantemente a los diversos lugares y entidades que circundan un espacio físico. El yo poético pareciera decirnos que no debería haber razón que valga para movilizar las cosas del sitio donde pertenecen. “El hombre nombra/ los sitios convenientes/ alza un solo dedo/ y señala/ el ojo abierto del monte”.


La poesía de Rocío Lanfranco surge de la experiencia sensorial. Lo invivible, como menciona Henderson sobre el libro, quizás haga referencia a la espesura de la mirada poética de una autora que da vuelta las palabras de Gelman, cuando este dice “ser uno es no tener nada”; por efecto positivo, entonces ser colectivamente con las personas y con el mundo, es tenerlo todo.


2

Hay un pájaro comiendo tierra hace rato no habla parece disimular. Cuando los otros miren y se relaman él hará como que teme como que no los ve. Si se acercan recién ahí batirá con desparramo las alas y la garganta


5

La bala golpeó el piso y allá fue desprendida de la muerte la liebre


9

Dice el silencio que en la palma de su boca existe

Una pausa

Los que se acuestan ahí vuelven listos para nombrar la muerte


16

El hombre acecha, al borde de la emboscada es una línea de dientes nuevos un alambre de púas


23

El azar es dos conejos que se pierden en cinco direcciones diferentes, por un lado del mundo va uno

-traza un meridiano imposible- el otro da el salto más largo de sus días

Antes de todo partió la bala


Sobre Rocío

Rocío Lanfranco nació el 13 de diciembre de 1981 en Paraná, Entre Ríos. Es docente en escuelas públicas. Fue parte de Acción Nautilius en La Cumbre, Córdoba; de proyecto mojarra y de toda persona es poeta en Paraná. Obtuvo el tercer premio del Salón Municipal de Poema Ilustrado en 2017 y el mismo año el primer premio en el Concurso Provincial de Poesía Juan L. Ortiz. En 2018, obtuvo una mención en el mismo concurso y en el 2020 el tercer premio en el concurso de poesía Florencio Calgaro. Compiló "Poesía Punzó, antología del Slam Entre Ríos", Participó de la "Antología Federal de Poesía" (2018), compiló "La canción del barrio, gurises poetas" (2018), publicó "Con la boca llena de flores caídas" (Ana Editorial, 2019), compiló "Todo gurí es poeta" (2019). Coordina el taller de poesía Toda persona es poeta.


Sobre Misael
Misael Castillo nació en Tostado, Santa Fe en 1993. Es poeta y estudiante del profesorado en Lengua y Literatura. En 2019 publicó el libro "Robarle al cuerpo lo que está de más" (Presente ediciones).

> Reseña realizada por Misael Castillo, colaborador de +P. Si querés contactarte con él, escribile a misaelcastillo.1972@gmail.com


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