Reseña escrita por Ramiro Perez sobre "Moras silvestres" de Leandro Surce (Elemento disruptivo, 2020).
Foto: Cortesía de Leandro Surce
¿Que implica que una editorial de poesía independiente apueste a la publicación de un poemario de haikus en plena era digital, escrito por un poeta occidental y, además, argentino? A mi entender es una invitación a detenernos, a corrernos por un momento de la vorágine de la vida moderna para ubicarnos frente a las experiencias sensibles de Surce, donde la lectura tiene por resultado la pausa, la contemplación silenciosa, la resonancia en la que nos dejan sus versos, la obliteración del acto mecánico para percibir nuevamente lo mundano con novedad. Pero, por sobre todas las cosas, el suceso cobra vida con el borramiento de las fronteras del lenguaje que, primero acontece en el agudo ojo del que observa y reconstruye la escena y deviene con la intervención del lector.
Surce es como un orfebre. Los materiales con los que trabaja: la luz que gotea, el ojo de un pez, una rama que se quiebra en la ausencia humana... Son entrelazados con paciencia y arte dando lugar a una de las premisas del haiku: la evocación de un una vivencia sensorial, un instante que trata de capturar -en tres versos, diecisiete sílabas- el despliegue de escenarios que brillan con luz propia. El mar que arrulla, hojas secas que se desdicen y briznas de pasto con sed de venganza son personificaciones peculiares de un yo poético que actúa tan solo como un hilo conductor de la aparente calma, del estado levitativo y las múltiples sensaciones que engendran la lectura de los pequeños artilugios.
Surce logra sin remordimientos, desentenderse de la métrica clásica cinco-siete-cinco sílabas del haiku eludiendo la forma cuando la imagen o la musicalidad interna lo solicitan, manteniéndose fiel a su instinto sensitivo más allá de todo máxima estructural. O, en palabras de Arturo Carrera: “Si el ritmo tiene corazón, es decir, número; y si ese número es la sílaba, es decir un sonido esperándonos, acechándonos siempre como una adelantada presencia, el haiku es, como la naturaleza misma, un subrepticio eco del sentido. Pero asimismo parece comprender la devoción que podemos llegar a sentir, siquiera una vez más, por la transparencia del mundo. Esa fe, que el poeta y el monje pueden extender, como una gota de óleo diáfano, sobre la tela del instante”.
Poemas
45.
Incluso si se rompe
la piedra guarda
intacto su secreto.
22. En la calle oscura enciende mi sorpresa la mirada del gato.
33. En el desierto no culpes a tu sombra. Sé su camello.
40. Caen las mariposas. ¿O son las flores de un árbol alto?
Sobre Leandro
Leandro Surce nació en Florida, Buenos Aires, en 1984. Es licenciado en Ciencia Política (UBA) y estudiante del Profesorado y la Licenciatura en Filosofía (UBA). Obtuvo una mención en el concurso de cuentos “Vicente López, ciudad fantástica” (2012) y el primer premio del concurso de microrrelatos organizado por la Revista Crac!-Literatura (2013).
Sus microrrelatos han sido publicados en distintas antologías y revistas, entre ellas Minificción (México, 2016, 2018), Plesiosaurio, primera revista de ficción breve peruana (2017, 2018) y Brevilla (Chile, 2017, 2019). En 2017, obtuvo el segundo premio del “I Certamen de Ensayo Filosófico”, organizado por el Departamento de Filosofía (UBA), por su trabajo Intemperies: Las vacaciones de Nietzsche o cómo filosofar sin abrir el paraguas. Publicó los libros: Pormenores (cuentos; Ed. Qué diría Victor Hugo?, 2016) e In medias res (poesía; Ed. Cartografías, 2020). Colabora en la revista Liberoamérica realizando reseñas y entrevistas a escritorxs. Trabaja como docente de Filosofía y Sociología. Dirige el sello independiente @kintsugieditora.
Sobre Ramiro
Ramiro Perez (1988, CABA). Estudiante de Artes de la Escritura. Asistió a los talleres de Osvaldo Bossi y Gabriela Clara Pignataro. Fanático del heavy metal. Tiene 6 gatos.> Reseña realizadapor Ramiro Perez, integrante de +P. Si querés contactarte con él, escribile a ramamix.9@gmail.com
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