“La escritura de Julieta revela el perfil que ocultamos al espejo” escribe Misael Castillo acerca del poemario TRIPACORAZÓN de Julieta Santos editado por Milena Caserola (2020)
La escritura de Julieta es un remanso que hace en quien lee un agujero en el pecho. ¿Por qué un remanso? Porque es un libro necesario. Necesario porque moviliza estructuras y no desde la tragedia, sino desde el humor, la ironía. La palabra como búsqueda del sentido escondido y relativizado de las cosas. La palabra como una pala con la que se cava para descubrir lo que importa. Como hombre uno se siente interpelado por este tipo de escritura. Por supuesto que no es un libro pedagógico, pero es, de todos modos, incómodo, un poco por defecto, y un poco porque todo lo que lleve al ser humano a observar sus miserias genera incomodidad.
Su poesía bordea el canon literario. Lo rodea, busca un lugar donde respirar sin subirse al colectivito del ego. No se ofrece al público como una literatura susceptible de ser encuadrada fácilmente y, desde el comienzo, pareciera reivindicar su posición “no hegemónica”. Tamara Padrón Abreu sostiene sobre la obra: “Acá no hay lugares seguros donde pisar. El suelo es lava, todo quema. Quien habla se presenta en una primera persona llena de fisuras, tambalea, pierde el rumbo, se olvida y sigue, dejando ver lo que corre por debajo de lo escrito: son sus tripas”.
Julieta Santos nos presenta su escritura no bajo el velo alado de la gran poesía, sino que, por el contrario, nos presenta al “yo” poético como un ser demasiado humano. Las palabras son las de cualquier hijx de vecinx, los sentimientos también. Quien lee se encuentra con este universo creado y recreado con el fin primero de observarse. Porque sí, somos nosotros a quien vemos cuando nos paramos frente al espejo, pero la escritura de la autora revela el perfil que ocultamos cuando realizamos esa acción.
El primer poema pareciera tener la intención de desestabilizar el discurso social. La intención de desestimarlo. Lo cual es un indicio de la necesidad de movilizar estructuras debido a que el “yo” poético está, de alguna manera, emparentado con la feminidad por el simple hecho de que quien escribe es una mujer. La poesía, en este caso, tal vez, se constituya bajo el paradigma del propio deseo de la escribiente. “No hay escritura/ más egoísta que la mía/ ni otra que me importe”. Es, entonces, en el primer poema donde se arrincona al discurso establecido, la norma, lo imperante, para dar lugar al deseo propio, a la fuerza arrolladora de la revisión.
Posteriormente, en el mismo sentido, continuaría, según lo interpretamos, el cuestionamiento a los modos de seleccionar lo que se considera “buena” poesía, pero que, de todos modos, podría ser analogado en relación con cualquier situación relacionada a la violencia simbólica que aparece en los discursos cotidianos. La ironía aflora en los poemas de Julieta quien con su escritura sagaz nos pone ante una mujer que en cuya mirada existe un mundo diferente, espontáneo, sin ataduras.
“(…)“Encabalgar el verso justo con justicia encabalgar un verso es hacer poesía”
Y yo tan bruta poco leída pienso, toda vez que escucho esa palabra encabalgar vienen a mi mente yeguas calientes jinetes bravos corceles de ojos brillantes pijas erectas (…)”
Por otro lado, la figura del “yo” poético, quizás, encarna a la del sujeto deseante y la consciencia de escuchar al propio cuerpo, porque éste así lo reclama. En el poema recrea la sensación de asfixia, de ahogo, por parte de un ser humano que está siendo acorralado y necesita despojarse para avanzar: “requiero/ superficie/ para irme”. Incluso, podemos pensar, que el corte de verso configura un ambiente propicio. La poesía parece respirar entre palabras, como un ser humano que para oxigenarse baja el ritmo.
Es, probablemente, el último poema el lugar donde la poeta nos muestra su lado más humano, y por qué no el más imperfecto. Desidealiza las relaciones personales a través de la maternidad: Te alimento/ criatura/ con leche amarga/ viciada de sueños/ y horrores nocturnos. En este mundo, donde impera la máscara moral que cohíbe o condiciona la propia experiencia, Julieta nos invita a SER. Así , con mayúscula. Desde mi perspectiva, considero que es un libro picante, real, una escritura que intenta desprenderse de la condescendencia careta que se sobrepone a las relaciones personales.
Poemas
Cada vez que lo pienso muere un pez o llora un niño pero no hay escritura más egoísta que la poesía
decís de forma grandilocuente la metáfora está muerta para siempre
te creo de a ratos no lo entiendo no lo resigno no lo comparto
nunca obedezco al mundo y de castigo escucho irrelevancias banalidades cosas como lametáforaestámuertaparasiempre
yo quiero apenas escribir poesía porque a mi pesar
aunque llore un niño o muera un pez cuando lo pienso no hay escritura más egoísta que la mía ni otra que me importe
Ritmo
Escucho esa frase cada semana cada semana la escucho:
“encabalgar el verso justo con justicia encabalgar un verso es hacer poesía”
Y yo tan bruta poco leída pienso, toda vez que escucho esa palabra encabalgar vienen a mi mente yeguas calientes jinetes bravos corceles de ojos brillantes pijas erectas relinchos, bufidos varios se me viene encima un ritmo como de trote que me despeina vibran las cosas.
¡Qué bueno está coger de oído!
Somos sincronizadas ¿nadie lo nota? lengua exuda saliva nueva y todo permanece atento
Tiempo
Culpo al tiempo por no advertir /esa mañana/ no siempre es temprano aunque cante un gallo
Requiero superficie para irme /una tarde/ cuando rebalse y precipite mi canto sus fronteras.
Si clausuro esta obra cuando mi voz sea esquirla cuando sea digo sangre muda /esta noche/ diré un grito:
¡No yo! ¡No madre! ¡No estirpe!
El tiempo es culpable
Te alimento criatura con leche amarga viciada de sueños y horrores nocturnos cortada con vidrios
Lo que no sé lo que no sabré lo que no puedo contar lo que nunca voy a entender lo que no puedo explicar lo que nadie quiere escuchar lo que cualquiera podría decir eso que todos callan
Si te suelto caigo te corto y sangro si te duermo sueño te enseño y aprendo si te paro andamos juntos te escupo y me insulto cuando llorás muero un poco si reís me crece un brote
Sobre Julieta
Julieta Santos nació en Laferrere (Buenos Aires, 1982). Licenciada en Ciencias de la educación. Magister en DDHH. Docente, correctora y consultora educativa. Publicó Templanza (2019) por Editorial el colectivo, y TRIPACORAZÓN (2020) por la editorial Milena Caserola. Se la puede encontrar en Instagram como @julietaesantos
Sobre Misael
Misael Castillo nació en Tostado, Santa Fe en 1993. Es poeta y estudiante del profesorado en Lengua y Literatura. En 2019 publicó el libro "Robarle al cuerpo lo que está de más" (Presente ediciones).
> Reseña realizada por Misael Castillo, colaborador de +P. Si querés contactarte con él, escribile a misaelcastillo.1972@gmail.com
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