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La poesía transforma la sombra

Actualizado: 23 mar 2021

Entrevista a Natalia Romero. El taller como espacio de aprendizaje y encuentro, sus influencias y su relación con la poesía: "ese pulso que nos lleva a encontrar la alegría, lo luminoso, lo brillante".

Foto: Violeta Capasso


Malu Kruk (MK): ¿Cómo llegaste a la poesía? ¿Recordás cuál fue el primer poema que leíste? ¿Qué es lo que más te conmueve del género?

Natalia Romero (NR): Llego a la poesía sin saber que llego a la poesía. Escribía cartas a mis amores cuando era chica y esas cartas se iban transformando en poemas, escribía los versos sin saber que eran versos. Hace poco visité a mis abuelos y en su casa, que es la casa de mi infancia, encontré una caja llena de esas cartas y ¡me encontré con muchos poemas de amor!

Después apareció Alfonsina Storni y, cuando viajamos con mi mamá y mi hermana a Buenos Aires (la visita a la gran ciudad, para las chicas del interior que éramos), compré mi primer ejemplar de una antología de poesía de Alfonsina en el mercado de San Telmo. Yo tenía 16 años, todavía tengo ese libro como una especie de amuleto.


MK: Si tuvieses que decir quiénes fueron tus maestrxs… ¿Quiénes serían y qué tomaste de cada uno de ellxs?

NR: En el camino el primero fue el poeta Mario Ortiz, era mi profe en la escuela secundaria de Bahía Blanca y recuerdo que después de terminar la clase de “medios masivos de comunicación” (algo así y otras yerbas), se paraba en medio del aula, tomaba sus lentes enormes culo de botella y leía un poema. El que tuviera a mano (siempre llevaba libros). Ahí aprendí algo de la fascinación.

Igual que con mis queridos Luis Sagasti, Gustavo López, Marcelo Díaz. El equipo bahiense que hacía y hacía y yo veía que pasaban cosas y quería que ese mundo sea parte del mío también.

Cuando me mudé a Buenos Aires anduve un tiempo perdida hasta que llegué al taller de Romina Freschi y ahí encontré un lugar de amistad que me ayudó mucho.

Después llegó el taller de Osvaldo Bossi. Con él aprendí a dejar salir mi voz, o algo así. A reconocer algo propio sin tener miedo. El grupo de ese momento fue hermoso, estaban Verónica Yattah, Javier Roldán, Martín Vazquez Grillé, Cristóbal Miranda, Patricio Foglia y más que formaban parte de un grupo de gente hermosa que me acompañó mucho.

Y aparecieron las mujeres, llegó mi querida Paula Jiménez España, a quien conocí en un festival en Perú y fue como reencontrarme con una vieja amiga y ella fue en su momento (y sigue siendo) una guía muy importante en mi escritura. También trabajé poemas con Claudia Masin, un lujazo... Hasta que me animé a llegar a Diana Bellessi. La había leído y siempre me acompañaba. Fue muy importante en mi escritura el encuentro con ella. Diana es una de las mujeres más generosas que conozco.


MK: En tus poemarios, la nostalgia y la memoria juegan un papel central, no para anclarse y quedarse en ese momento sino como reconocimiento, como nueva lectura, nuevo comienzo… Pueden identificarse la lucidez, la madurez entre poema y poema, y también la dulzura. Me atrevo a pensar en esa continuidad entre el yo poético y el yo biográfico ¿Cómo describirías ese encuentro? ¿Cómo vivís esa coincidencia al momento de escribir?

NR: Wow, no tengo idea jaja. No me sale pensar en ningún yo cuando escribo, aunque por supuesto hablo desde mi experiencia. Lo que pasa en el poema es del poema. Ese es mi mayor aprendizaje.


MK: ¿Cómo llegaste a Diana Bellesi? ¿Cómo describirías tu vínculo con ella? ¿Qué te aportó más allá de la poesía?

NR: Diana apareció cuando yo estaba buscando un tema de tesis para mi licenciatura de la carrera de comunicación. En ese momento otra gran maestra del camino, María Alicia Gutierrez, me preguntó qué estaba leyendo. En la constelación de lecturas estaba Diana y todas eran mujeres escritoras. La gran pregunta era relacionada a mi propia voz (aunque eso yo todavía no lo sabía). Fue María la que me convenció de escribirle a Diana para entrevistarla y trabajar su obra. Con la excusa de la tesis, nació un ensayo que fue un libro (El otro lado de las cosas, que luego dió nombre a mis talleres, que viene del poema de Diana, La cara oculta) y, lo más lindo, la amistad con Diana. Ella me abrió las puertas de su casa y me enseñó a confiar en mí porque me mostró cómo había confiado siempre en ella.


MK: Sabemos que trabajaste junto a Indigo Editoras y viajaste a Europa a partir de esta propuesta ¿De qué trató la experiencia? ¿Qué aprendizajes crees que posibilita este tipo de puentes?

NR: Estas cosas que me han pasado son parte de lo que yo llamo magia del universo (o el nombre que sea) porque son sincronías que no hubiera podido planear nunca, cosas que no sabía que existían y, de repente, aparecen.

Conocí a Marina Hernández y a Carla Santángelo, las editoras de Indigo, gracias a una invitación que me hicieron a un encuentro de escritura y mujeres en Montevideo hace ya varios años (esta invitación también es parte de una larga red de coincidencias, debería nombrar a mucha gente pero acá recuerdo a Agustina Rabaini y a Sol Iametti como las partícipes de que hiciera este primer viaje). A partir de esa experiencia, nos hicimos muy amigas con Marina y Carla. En ellas vi algo que sentía también propio. Me refiero a la mirada sobre la escritura, la vida, la intimidad. Un día me pidieron que escriba el prólogo del segundo volumen de diarios de su publicación "La desconocida que soy" y eso afianzó nuestro trabajo juntas.

Por cosas de la vida, pude viajar a España con mi tía y ahí me encontré con Marina otra vez. Ella me propuso acompañarla a presentar el nuevo volumen de los diarios en una especie de gira por varios lugares y librerías conocidas. Armamos un taller que se llamó La intimidad del habla (en honor también a Bellessi) y con eso financiamos el viaje.

Hoy seguimos trabajando juntas y tengo la alegría de que sean mis amigas las dos. Carla y Marina son dos mujeres de quienes aprendo mucho y siempre agradezco haberlas encontrado.

Fotos: Natalia Romero / Violeta Capasso


MK: ¿Cuáles son tus poetas contemporáneos a los que volvés siempre? ¿Cuáles son los elementos que gravitan alrededor de estos referentes?

NR: Siempre vuelvo a Mary Oliver, a Sharon Olds, a Wislawa Szymborska, a Robin Myers. Ellas tienen una voz que me habla de cerca.


MK: ¿Por qué la experiencia de taller es valiosa? ¿Qué aportes permite la dinámica grupal? ¿Cómo surgió DEL OTRO LADO DE LAS COSAS y qué significa para vos este espacio?

NR: El taller es para mí un espacio de encuentro que me enseñó muchísimo de mi escritura y del para qué escribir. El taller nace, también como llega la poesía a mi vida, un poco sin que me diera cuenta. Primero apareció la librería que tuve en mi casa, A cien metros de la orilla, que duró unos años, y ese fue el puntapié para empezar a hablar de libros y escritura con todes les que venían a casa. Además yo había trabajado en la facu en el taller de escritura como docente y eso me había gustado mucho. Y la primera experiencia fue, como la mayoría, compartida y desde la amistad. Armamos un taller con Vero Yattah y fue precioso. Yo agradezco todos los días que el taller sea mi trabajo. Lo cuido como a un arbolito porque es un espacio de encuentro, de intimidad, de atención. El trabajo en grupo es mágico, cada grupo que se forma trae su dinámica propia. Yo solo pongo el foco en la confianza y en la comodidad. Sin esa fe en lo propio no se puede compartir ni trabajar nada. En este sentido, El otro lado de las cosas, nace como un gesto de hogar. Este espacio me dio grandes amistades y el lujo de conocer voces de poetas divinas.


MK: Como poeta y como lectora… ¿Cómo ves el escenario poético en la actualidad, teniendo en cuenta la pandemia, la gestión cultural y el rol que cumplen hoy en la difusión las redes sociales?

NR: Creo que con este contexto tan loco la poesía vivifica ese pulso que nos lleva a encontrar la alegría, lo luminoso, lo brillante. Ir hacia adentro puede ser un poco sombrío a veces, y creo que la poesía transforma la sombra (porque nunca la ignora). El movimiento de redes y lecturas on line, y demás formas de continuar los encuentros son manifestaciones de que hay algo vital en la escritura.


MK: La obvia (y no tanto) pregunta obligada ¿Qué es la poesía y a quienes le pertenece?

NR: Uf, la poesía es no saber, como decía Wislawa Szymborska. La poesía es misterio, revelación, asombro, luz. La poesía es de todes porque se manifiesta en las cositas mundanas. Como dice el I Ching, la preponderancia de lo pequeño.


Sobre Nati

Natalia Romero nació en Bahía Blanca en 1985. Publicó "Nací en verano" (2014), "El otro lado de las cosas, La poesía como restauración de una voz en la obra de Diana Bellessi" (2017), "Puede que la muerte mienta" (2018), "ABC, Mi primera cocina" (2018), "El principio luminoso" (2019). Desde el 2015, coordina El otro lado de las cosas, talleres de escritura.

Foto: Oriana Vázquez


Sobre Malu 
Malu Kruk (1985, Lanús). Profesora en Lengua y Literatura. Gestiona -junto a otrxs compañerxs- el proyecto de difusión de la palabra poética +poesía. Próximamente, lanzará su primer poemario titulado “Punto de encuentro” (Peces de Ciudad Ediciones).

> Entrevista realizada por Malu Kruk, integrante de +P. Si querés contactarte con ella escribile a mangeleskruk@gmail.com

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