Entrevista a Tomás Rosner. Poeta, abogado, docente y gestor cultural. Administrador de la cuenta de Instagram @los_fatales, espacio que difunde la palabra poética.
Foto: Samurai de Ensaladas
Carolina Martin (CM): ¿En qué momento dijiste: "Voy a escribir poesía"? ¿Qué tipo de relación tenías con el género y la palabra poética? ¿Qué te conmueve del género?
Tomás Rosner (TR): Fue hace relativamente poco y coincidió con una profunda crisis personal. Estudié derecho y en la facultad empecé a militar. Después, trabajé en el poder judicial, primero, en derecho penal y, después, en derechos humanos. En paralelo, militaba en el sindicato. También, en el peronismo de la capital.
Después de diez años en ese camino, empecé a identificar que me interesaban otras cosas. En 2015, participé en cinco elecciones y perdimos todas. Lo tomé como una señal. Busqué recuperar lo que me hacía feliz antes de que se configurara esa identidad vinculada a la abogacía y la política. No tuve que buscar mucho: la literatura siempre me había conmovido.
Entonces, salí a ver qué pasaba en la noche de Buenos Aires. Me encontré con un circuito cultural que incluía los slams de poesía oral. Me impresionó ver cómo recitado, el poema adquiría otra fuerza. Ahí me puse a escribir poesía como un pulpo sacado.
La poesía es la forma del lenguaje más poderosa para romper el sentido común, para librarnos del aburrimiento. Eso, para mí, que me aburro fácil, es clave. Por otro lado, me parece que la poesía nos ayuda a tener un contacto más directo con las cosas. Como dice Joaquín Giannuzzi: "el mundo necesita objetivos avances de palabras que superen la neurosis del átomo de arcilla".
CM: ¿Cosiderás que algo de tu formación como abogado se juega en tu rol como poeta? Y viceversa... ¿Crees que tu poesía se vio nutrida por ese otro mundo? ¿En qué puntos se tocan?
TR: Creo que cualquier cosa que unx haya hecho antes, impacta al momento de emprender un camino artístico. Está instalada esa idea de que en la vida, uno va acumulando fichas en una dirección y, como en el casino, las tiene que canjear, pero eso no es así.
Es muy liberador saber que podemos cambiar y lo aprendido en un oficio o profesión anterior va a operar a favor en lo que hagamos de un modo que ni imaginamos.
En ese sentido, mi experiencia en el campo jurídico aporta en el trabajo con la poesía del mismo modo que podría aportar si hubiera trabajado atendiendo un kiosco.
Por otro lado, creo que sí está subestimado el aporte que la poesía tiene para hacerle al derecho. Sobre eso hago hincapié como docente de "derecho y literatura" en la UBA. Por suerte, no soy el único: integro el seminario permanente de derecho y literatura en esa universidad, lo que me permite trabajar junto a colegas este cruce de aguas.
Fijate que lxs abogadxs escriben muy mal y, al contrario de lo que se cree, también tienen dificultades para exponer oralmente en las audiencias. En ese sentido, la poesía y particularmente la poesía oral puede ser muy nutritiva. El derecho es un duelo de historias y gana el que la cuenta mejor, el que logra transmitir sensibilidad y conmover a los jueces o al jurado. La poesía también le aporta al derecho en el difícil arte de relacionarse con lo desconocido. Eso es fundamental en los tiempos que corren.
Finalmente, como dice Ezequiel Zaidenwerg: "la poesía ayuda a que en una época de fragmentación de la atención, podamos jaquear su automatización". En derecho, uno tiene que, como buen cocinero, elegir los ingredientes adecuados. Es una labor de destilar las ideas: elegir la que sea más favorable para nuestro objetivo.
CM: ¿Tenías un estilo definido como poeta cuándo ingresaste al mundo del slam o sentís que se fue armando en la medida que transitaste por esos espacios? ¿Cómo fueron esos primeros acercamientos con la palabra oral?
TR: La experiencia en los slams fue, sin dudas, constitutiva. Ahí entendí que para que apareciera la dimensión sonora total del poema había que hacer un doble trabajo: de lo textual a lo oral y de lo oral a lo textual. Esa doble nelson permite que el camino hacia el poema se complejice y, al mismo tiempo, se allane. Aparecen más matices, posibilidades: más cancha para jugar.
CM: ¿Cómo describirías -según tu experiencia- la relación entre poesía y política? ¿Cómo te parece que debería abordarse desde la palabra y práctica poética?
TR: Creo que si mínimamente tenés una sensibilidad por lo que te rodea, lo político y social va a aparecer. No hace falta darle un tratamiento especial.
En un poema, lo mejor que podés hacer por visibilizar lo social o bancar una causa es evitar ser consignista. Para eso, están los comunicados. Si caés en lo panfletario, el poema pierde fuerza.
Me parece más interesante rastrear la posibilidad de inyectar poesía en la política. Hace poco, el nuevo presidente peruano asumió y al borde de las lágrimas cerró su discurso de asunción con un poema de Vallejo. Nunca había visto algo así. Me acordé de cuando Nestor recitó el poema "quisiera que me recuerden".... De Martin Luther King y su performático "I had a dream"...
Me parece que más que escribir poesía política, si es que existe tal cosa, el aporte va por ahí: por identificar espacios y ver de qué modo meterles poesía. En un discurso presidencial, en un debate legislativo, en una discusión por televisión. Estar atentos a cuáles son los lugares más proclives. No soy ingenuo, sé que hay territorios en los puede ser un desastre. Pero, qué más da. Es un momento para tomar riesgos. Jugar y jugársela.
CM: ¿De qué se trata "Ginseng", tu poemario? ¿Qué relación guarda con la poesía oral? ¿Cuáles fueron tus influencias o lecturas para configurarlo?
TR: "Ginseng" salió en septiembre de 2018. Es increíble como sigue circulando. Estoy muy feliz con lo que pasó con ese libro. Es mi primer libro y todavía no salió otro, a pesar de que ya los tengo escritos (sacando "Poesía secuencia" que sí fue editado como fanzine digital por Qeja ediciones).
Siento que mi escritura hoy va por otro lado, pero bueno, "Ginseng" es como una novela corta construída a base de poemas. Si bien se pueden leer separados y funcionan, hay un plus, si se sigue la historia.
La gran mayoría de esos poemas, antes, fueron recitados en los slams. Por lo tanto, la impronta oral se siente fuerte. Cuando trabajé el libro, el desafío era que eso que había andado tan bien en la oralidad se sostuviese en lo escrito y creo que se logró. Para que "Ginseng" viera la luz fueron vitales las influencias y el trabajo con Diego Arbit (en la oralidad) y Santiago Craig (en la escritura).
Foto: Mili Morsella
CM: ¿De qué se trata el proyecto "Los Fatales"? ¿Cómo surge y quiénes lo integran?
TR: Mis amigues siempre me decían que tenía que compilar las citas que les mandaba por whatsapp (se ve que los tenía hartos) y con esa idea surgió Los Fatales. Las citas de libros no como constancia de conocimiento, sino como encuentro amoroso: ¡la idea de tener una cita con alguien! Después, la cuenta engordó un montón y las citas son solo un aspecto de todo lo que se difunde, pero la historia empezó así.
Hoy por hoy, sirve como una usina de difusión de poesía, de eventos poéticos contemporáneos, de conversaciones, de talleres de escritura y oralidad. Se generó una comunidad increíble que participa un montón. Me hace feliz a un nivel que no te imaginás.
CM: Cómo gestor cultural ¿Cuál es tu apuesta? ¿Qué cosas te interesan poner en valor a la hora de organizar tus eventos?
TR: Vimos a las mentes más creativas de nuestra generación querer pegarse un tiro durantes los eventos de poesía. Podemos jactarnos de algo: organizamos los eventos poéticos más pajeros de la historia moderna. La verdad, sobrevivimos de pedo.
¿Cómo puede ser que yo que soy fana de la poesía voy a un evento y me embolo? ¿Qué le queda a unx amigx que arrastré y tenía ganas de ir al teatro o a un bar?
Siempre me pareció que organizar espectáculos aburridos y solemnes era muy injusto para con la poesía. Sobre todo, cuando la poesía es de las cosas más divertidas que experimenté.
Por eso, como gestor cultural, intento armar propuestas dinámicas y divertidas con hincapié en la oralidad. Por eso, desde hace unos años, empecé a organziar eventos de “tradición oral” en los que reúno diferentes artistas: cuenteros, hiphoperos, performers, payadores, incluso profesores. O sea, diferentes trabajos que tienen algo en común: el compromiso con la palabra. En tiempos de crisis de la experiencia, reunirnos en torno a la escucha de una historia nos permite habitar y respirar lo real. Ahora por la pandemia, tuvimos que mudarnos al formato streaming. Armamos Poesía en Tu Sofá Argentina, pero la premisa es la misma: dejar el cuerpo para hacer vital lo digital.
Quiero aclarar que, a pesar del diagnóstico general, hay movidas poéticas muy piolas como, por ejemplo, la de lxs pibes de El Mamut.
CM: ¿Cuál es tu lectura del escenario poético en la actualidad? ¿Crees que las redes sociales están forjando un nuevo tipo de lectura de poesía? ¿Cómo crees que impactó la pandemia en la forma de vincularnos con los eventos poéticos?
TR: Me parece que hablar de una moda de la poesía es demasiado, pero sí es cierto que está en expansión y eso me encanta. Lxs pibitxs podrían estar haciendo cualquier banana y sin embargo, están escribiendo, leyendo, recitando. Eso no puede ser malo y ponerse en policía de la poesía me parece un lugar inhabitable.
Después, claro, uno puede analizar ciertas cuestiones del fenómeno. Hay algo de la ansiedad de época que favorece a la poesía en tanto texto breve ¿no? El rol de Instagram también es central porque si bien favorece la difusión de poesía, por momentos, la condiciona bastante. No voy a demonizar a las redes ni mucho menos (sería muy hipócrita, Los Fatales es, sobre todo, Instagram), pero me parece fundamental para nuestra generación no centrar nuestra búsqueda en la cosecha de likes. Fabián Casas dice que uno likea por empatía, el like es igual a uno mismo y, justamente, la mejor poesía es la que pone en crisis nuestro sistema de creencias: la que nos contradice.
La gracia de la literatura es que se regodea en la ambigüedad, que es críptica, no explica el chiste como otros trabajos con la palabra como, por ejemplo, el periodismo. Creo que eso hay que tenerlo claro. También me parece fundamental conocer la tradición poética que nos precede. Escribimos con los pedazos de otros y, salvo que seas un marciano, la única manera de mejorar la escritura es leer.
Pero volviendo a la pregunta, me pone contento ser contemporáneo de un montón de artistas geniales que exploran la palabra, la oralidad y que también hacen puentes entre las disciplinas vecinas como el teatro y el arte plástico. Ni hablar toda la movida de arte digital.
Me parece que el hermoso desafío que tiene nuestra generación es pivotear entre una poesía que no implique necesariamente algo serio e impostado (de Nicanor Parra para aquí, este trabajo se ha venido haciendo) y otra que, en el afán de ser coloquial, no termine siendo, ¿cómo decirlo?... facilonga. Sin vuelo. Obvia.
CM: ¿A qué apuntas en tu trabajo como tallerista? ¿Qué dinámicas tienen tus talleres? ¿Qué te interesa trabajar con tus alumnxs?
TR: La mayoría de la gente que viene es muy autoexigente con su trabajo, se tira abajo, se compara con Borges… Entonces, lo primero, es romper eso: que se pueda relacionar con las palabras de un modo lúdico.
Además, mostrar que si unx tiene ganas de jugar no necesita de la inspiración ni de pasar horas pensando un poema. Por suerte, la poesía está en todos lados. Como dice Mary Oliver: "la clave pasa por prestar atención, sorprenderse y contarlo". Esa capacidad para encontrar brillo se puede entrenar con ejercicios muy sencillos. También es importante cultivar cierta fe: creer sin ser creídos. Si veo algo que brilla, confiar en que si me divierte a mí, probablemente también les divierta a mis amigxs y a lxs lectores en general.
Por otro lado, hago foco en ese ida y vuelta entre oralidad y escritura que mencionaba antes. También, laburo con improvisación: puede ser de mucha ayuda para lxs poetxs.
Me encanta dar talleres, conocí gente muy interesante. Se genera una sinergia increíble.
CM: ¿Cuáles son tus proyectos culturales para este 2021?
TR: Estoy trabajando en varios frentes. Seguro voy a seguir dando talleres y la idea es que salga un segundo libro de poesía. Con Gerardo Montoya (coproductor de Poesía en tu sofá Argentina) estamos desarrollando una propuesta especial para este año en el que la pandemia promete seguir acechando. Hay que ser ingeniosxs para poder armar propuestas que propicien experiencias. Que no desaparezca la aventura.
Sobre Tomás
Tomás Rosner nació en Buenos Aires en 1986. Es abogado y docente de “derecho y literatura” en la Facultad de Derecho (UBA) e integra el Seminario Permanente de Derecho y literatura (Instituto Gioja UBA). Es el creador de la cuenta de Instagram @los_fatales y organiza el ciclo de tradición oral “Los Fatales”, que el año fue seleccionado por el Centro Cultural Recoleta en la categoría “lecturas performáticas”. También co-produce Poesía en tu Sofá Argentina, espacio de encuentro virtual de poetas de diferentes lugares del país, cada uno desde su casa. Además, da talleres de poesía presenciales y virtuales. En 2018, publicó "Ginseng" (Modesto Rimba) que fue reeditado en 2019 y se consigue en papel o e-book. En 2020, publicó "Poesía Secuencia" (Qeja ediciones).
Foto: Mili Morsella
Sobre Carolina
Carolina Martin (1991, Lanús) Futura profesora en Lengua y Literatura. Participa como gestora -junto a otrxs compañerxs- en el colectivo de difusión de la palabra poética +poesía.
> Entrevista realizada por Carolina Martin, integrante de +P. Si querés contactarte con ella escribile a carol.martin@live.com.ar
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