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La exploración amorosa como viaje y reconocimiento

Reseña escrita por Ramiro Perez sobre "Nuestra sombra volcada en el río" de Washington Atencio (Editorial Agua viva, 2020).

Foto: Cortesía de Was Atencio


En “Nuestra sombra volcada en el río” Washington Atencio configura un yo poético que propone y anhela el recorrido, la exploración y la entrega mutua entre él y su amadx. Esta indagación es consumada en la exaltación sensorial llevada a cabo a través de movimientos instintivos que -en cada nueva oportunidad- conceden diferentes nombres y formas, siendo la clave de estos encuentros la constante transmutación de las perspectivas personales y ajenas: cada parte del cuerpx (una lengua que transita el aire, las puntas de los dedos donde comienza una respiración, un rayo que reposa en un torso y es acariciado), se transforma en nuevos modos de reconfigurar, redescubrir una y otra vez al otrx.

Así, lxs cuerpxs son territorios donde los caminos son trazados a ciegas, reinventando el encuentro con el otrx, componiendo un viaje con rumbo a lo desconocido, hacia el infinito, al amor. Aquí naturaleza y cuerpxs se confunden: una respiración abre las flores, un horizonte disuelve un ser… Lo humano se mimetiza con la naturaleza y la línea entre ambos ya no demarca un límite, sino que lo expande.

La obsesión humana por categorizar todo, halla aquí su contrapunto convirtiéndola en develamiento de lo que ya dábamos por hecho: la revelación amorosa, el deseo y su lenguaje. El poeta nos escolta por texturas donde el amor se construye con ternura y reconocimiento por el otrx y que es -al mismo tiempo- semilla, germinación, brote. El temblor, las palpitaciones, el brotar y el nacimiento son solo posibles en esa coincidencia llevada a cabo entre las luces y las sombras que convergen en estxs curpxs. Atencio no da nada por sentado y lo demuestra en el encadenamiento de los poemas del libro, en los que apuesta con la rebeldía y la convicción de unx niñx a no conformarse, a mirar con los ojos de la novedad. Además, en el entramado de este poemario, ubicamos una dosis de erotismo conjugada con palabras que se entretejen unas a otras configurando sutilmente imágenes que evocan de manera sagaz ese crisol: “Tu respiración empieza/en la punta de mis dedos” o “Que llenes mi boca de espuma y que acabes de una vez con el mar que no me deja respirar”.

Los versos se multiplican, crecen y desbordan para otorgar en cada nueva lectura de este poemario diversas significaciones o siguiendo a Julia Kristeva: “En el funcionamiento de los modos de junción del lenguaje poético observamos, además, el proceso dinámico mediante el cual los signos se cargan o cambian de significación. Sólo en el lenguaje poético se realiza prácticamente “la totalidad” (preferimos a este término el de “infinito”) del código de que dispone el sujeto”. Atencio conoce el lenguaje poético y dispone de cada palabra, engarzándolas en el poema para nombrar siempre de forma inédita el encuentro con el otrx.


Poemas


Nuestra sombra volcada en el río


Abro bocas

rompo el aire con la lengua

lanzo todas las chispitas.

Él me mira

me contiene con los ojos.

Cruza el río

a lo lejos un caballo.

La llanura lo verdea.

En la tarde busco el cielo

lo acaricio

lo revuelco

me deshago.

Agua estalla en la laguna

otro mar nos da respiro

otro río me atraviesa.


Migrar en dorado

Leí que la miel puede

durar muchos años

sin descomponerse.

Es terrible pensar

que lo que llevo

a tu boca

en cada desayuno

es más fuerte

que tu boca

que la carne

por donde exhalo.

Es terrible y hermoso.

Clepsidra llena de miel,

reloj de sol líquido

derramado

por los bordes de la cama.

Cada gota lenta

estirada,

un adorno

soplado en vidrio

que no termina de enfriarse.

Si pudiera

cubriría con miel

suelo y paredes,

rompería

todas las celdas

de todos los panales

sobre tu cuerpo

desnudo y dormido.

Un latido amortiguado

inaudible pero vivo

bajo capas doradas.

Cuando al fin

la miel nos sobreviva

volveremos como abejas.

Danza sin tiempo

entre las flores,

jardín dulce

y cristalino

sobre nuestra tumba.

Galope ciego

Entierro todas las miradas

semilla por semilla

para que puedas nacer.

Vengo del calor

pero aprendí a desconfiar

de la calma.

El frío

otra palabra.

El mar

lengua que se arrastra.

Con la boca sumergida en tierra

gritás trigo, cuchillo, fogata.

Latido seco

voz que se anuda

en tu camisa.

Agarrado a las crines de un recuerdo

beso párpado y horizonte.

Te sueño como se aguarda la lluvia.



Sobre Washington

Washington Atencio (Entre Ríos, 1986). Es profesor de Lengua y Literatura. Reside en Paraná y da clases en los niveles secundario, terciario y universitario. En 2019 publicó Una hoguera de jazmines (Camalote) y fue parte de la colección Tres Poemas (Ediciones Arroyo). Algunos de sus textos han recibido premios y menciones. Gestiona la librería virtual Jacarandá (@jacaranda.libreria) y coorganiza el ciclo de poesía Río Abajo. En febrero de 2020 publicó "Nuestra sombra volcada en el río" (Agua Viva).



Sobre Ramiro

Ramiro Perez (1988, CABA). Estudiante de Artes de la Escritura. Asistió a los talleres de Osvaldo Bossi y Gabriela Clara Pignataro. Fanático del heavy metal. Tiene 6 gatos.


> Reseña realizada por Ramiro Perez, integrante de +P. Si querés contactarte con él, escribile a ramamix.9@gmail.com

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