En diálogo con Miryam Hache sobre la publicación de su primer poemario “He visto a las mejores mentes de mi generación trabajando en un call center”, los tópicos que atraviesan sus versos, su vínculo con la escritura y su visión sobre la actualidad literaria en la era digital.
Foto:Lucía Rongo Lott
+P: Contanos un poco de tus comienzos con la escritura ¿Podrías reconocer algunas circunstancias que te acercaron a la literatura?
Miryam: Desde muy chica me gustó leer, pero no fue hasta los once o doce años que comencé a escribir poemas o pequeños relatos. Todos muy góticos y deprimentes. En mi adolescencia, seguí escribiendo de manera intermitente. No recuerdo un momento puntual en el que haya decidido escribir libros, sino que ese deseo creció conmigo de manera indisociable. No escribir por largos períodos de tiempo, siento que equivale a consumir un montón de drogas juntas: es un acto de autodestrucción.
+P: Creciste en Buenos Aires, pero vivís -actualmente- en Barcelona ¿Considerás que estas dos ciudades atravesaron la forma de abordar tu escritura literaria? ¿En qué sentido (s)?
Miryam: Haber crecido en Buenos Aires para mí es sinónimo de haber crecido rodeada de literatura. En mi memoria y en la distancia, hay muchas Buenos Aires. Algunas no me gustan nada. Otras, las recuerdo con nostalgia. Pero la que más añoro es la Buenos Aires militante, combativa y creativa. Llena de librerías y de grandes poetas, de editoriales independientes y de producciones teatrales, de lectores anónimos muy cultos y de una fuerza creativa que lo desborda todo, una que a veces hasta pareciera ser capaz de tapar toda la mierda.
Honestamente, me reconozco más en las letras de allá que en las de acá, pero mi estilo no deja de ser un híbrido. Todo lo que viví acá me cambió para siempre. Cambió
-incluso- mi lenguaje, mis formas de decir. No podía ser de otra manera. Soy de ambos lados y de ninguno, como todas las migrantes.
Foto: Cortesía Miryam Hache
+P: Sabemos que -además de poesía- también escribís narrativa ¿Qué te aporta cada género?
Miryam: Yo expreso a través de la poesía lo más íntimo y lo más urgente de una forma capsular, sintética y llena de velos. Como quien narra una experiencia onírica, pero yendo al centro del sueño. La narrativa me permite detenerme más en los detalles de los sucesos o jugar con la tensión de formas que en la poesía resultaría pesado. Ahondar en la psicología y en la historia de personajes que no son mi yo poético.
Me parece siempre un buen entrenamiento escribir narrativa luego de pasar por la poesía, porque una viene ya entrenada a despojarse de todo aquello que no sea “esencial”. De todas maneras, estoy hablando mucho y luego mi poesía es bastante narrativa y mi narrativa bastante poética.
+P: ¿Cuáles considerás son los riesgos y los desafíos de la poesía hoy? ¿Por qué es tan importante un poema?
Miryam: Me parece interesante estar viviendo y formar parte del momento en el que las redes sociales y la edición digital están democratizando la difusión del arte emergente, sin necesidad de acudir a los grandes grupos editoriales. Lo que me preocupa de este proceso es, por un lado, que publicando en estas redes, estamos a la deriva de la dictadura de los algoritmos que responden a los intereses de dos o tres empresas mucho más poderosas y devoradoras -y macabras en cierta forma-, que cualquier gran editorial o productora. No solo eligen qué censurar y qué no, si no qué mostrar más en los feeds de los usuarios y qué cosas no mostrar tanto. Por ende, bajo la máscara de la democratización en la difusión de contenidos, se esconden bastantes desafíos.
Por otro lado, esas formas de abordar, en el caso de la literatura y la lectura, responden a una inmediatez, a una fragmentariedad y a unos ritmos, que siento que distan mucho de los tiempos que debería requerir la lectura. Muchxs poetas, con tal de ganar visibilidad, es decir followers, se adaptan a esas formas y tergiversan, rompen tanto el poema, que terminan publicando jirones de ideas, aforismos, citas. Me declaro culpable.
Para mí, la contemplación de la belleza (algo que en parte le da sentido a la vida) requiere tiempo. Casi como una meditación.
Creo que la importancia de un poema, o más bien su valor, radica en su capacidad de conmovernos, removernos, devolvernos al mismo espacio que habitamos, pero transformado en un lugar más habitable. En lo que yo entiendo como “buen” poema, hay implícita una confesión o una verdad que se desvela a través de todas las aristas del artefacto poético, del poema. A través de la construcción de su estructura, de la musicalidad de las palabras, de las cosas que se dicen sin decirse, del ritmo. El ritmo concebido como una flecha que asciende y desciende y se detiene, pero no deja de ser flecha. Una que apunta hacia el centro invisible del poema, donde se halla la tentativa de multiplicar la belleza del mundo. O una implosión/explosión que no cesa.
+P: En tu poemario “He visto a las mejores mentes de mi generación trabajando en un call center”, cada poema es una pieza de denuncia y, a su vez, en esa pronunciación – esa identificación- persevera una posición política ¿Cuáles fueron las motivaciones que te llevaron a escribir este libro?
Miryam: Creo que escribí este poemario por las mismas razones por las que escribo cualquier otra cosa. Me considero poeta o escritora incluso cuando no estoy escribiendo, que es la mayor parte del tiempo. Materializar la poesía en mi cabeza, darle forma, me ayuda a sentir que no ando recortada por la vida. Como mutilada. Es casi una necesidad para mantener estable mi salud mental. Y considero que todo gesto artístico es un gesto político. Mi devenir feminista y la preocupación por ciertas problemáticas sociales, atraviesan entera mi identidad. Me sería imposible concebir un libro sin que estas miradas críticas a nuestro contexto sociohistórico estuvieran presentes.
La escritura -a veces- la vivo de una forma muy visceral. O, más bien, si no la siento visceral, entonces no me convoca. Es una manera muy poco pragmática de abordar la literatura y muy romántica al mismo tiempo, lo sé.
Por otro lado, creo que todos los que escribimos repetimos ciertas imágenes, temas, vocablos, a veces de manera casi obsesiva. Y a mí no deja de llamarme la atención que palabras que yo repito hasta el hartazgo en mis poemas como “cuerpo” y “tierra”, son las mismas que están repetidas en la poesía de muchxs de mis contemporánexs. Hay una necesidad, creo yo, muy fuerte, de dejar el cuerpo ahí, de enunciarlo, de dejar constancia de su existencia, de transformar su presencia a través del lenguaje y de resignificar sus extensiones a través de la palabra poética. Tal vez esa urgencia tenga que ver con la digitalización de todos los ámbitos de nuestra vida, de que gran parte de nuestro tiempo lo dedicamos a ser -en el mundo digital- sin ser cuerpo. De que a la tierra la estamos pudriendo. Desde ahí creo que la poesía ejerce una suerte de resistencia.
Foto: Lucía Rongo Lott
+P: En tu poema “Millenials” reconocés los obstáculos de la era digital y planteas el contraste entre ellxs y el poeta. En ese contraste, subsiste una suerte de identificación: no se trata de mera denuncia, sino también -creemos- de empatía con ese otrx ¿Considerás que nombrar esa realidad es - a su vez- una forma de enfrentarla?
Miryam: Bueno, yo soy millenial, yo soy ellxs. No tengo muy claro si se trata de denuncia o de un intento por comprender mejor esta nueva era. Todo lo que tenga que ver con la digitalidad y la digitalización de la vida me interesa muchísimo, porque entiendo que esto ya atraviesa enteramente nuestras formas de relacionarnos, pero también de pensar nuestras identidades. Somos este cuerpo físico y somos nuestros avatares, seudónimos y representaciones en la web. Somos nuestras fotografías con filtros también. Somos seres digitales y algunos hasta biónicos. Somos nuestra huella de búsquedas y nuestra manera de chatear. Creo que rehuir de esta realidad es ya insensato, utópico, imposible. Al mismo tiempo, me parece necesario reflexionar sobre nuestro vínculo con las plataformas digitales, para que nuestros avatares no terminen de reemplazar nuestras caras, para entender cuándo demandar soberanía digital, para comprender cuáles son los posibles alcances de la inteligencia artificial que alimentamos con cada interacción, etc... Entramos a las nubes de Google como si se trataran del cielo divino y no la plataforma de una de las empresas más poderosas de la tierra (¿y de la historia?) que responden a intereses de sujetos con nombres y apellidos. Bah, me puedo ir por las ramas con esto.
+P: Al leer tu poemario, se tiene la sensación de que el poeta es un testigo que está desvistiendo la realidad, exponiéndola y arrojándola al lector con fuerza, pero también con la fragilidad propia de quien es capaz de atrapar, en ese reconocimiento, cierta esperanza. Desde la literatura ¿Cuál crees que es la salida?
Miryam: A través de la mirada literaria, o poética si se quiere, se resignifica nuestra posición en el mundo, nuestro lugar. Y creo que ahí está lo más valioso que tiene la literatura o el arte en general. Multiplican la experiencia y nuestro paso por el mundo. Tienden lazos y cuerdas invisibles entre nosotrxs. Hablo desde mí, que no tengo religión ni una fe absoluta en nada, que no tengo esperanza (o si la tengo es muy poca), que creo que la humanidad debería extinguirse para salvar la vida en la tierra. Aun así, la rebelión y el arte me parecen sumamente necesarios, como manotazos de ahogado en un mar negro. No pueden no existir. Soy contradictoria: también pienso que tal vez el pantano mengue.
+P: Este es tu primer libro oficial, si bien tenés escritos libros de narrativa y poesía inéditos ¿Por qué crees que este libro si salió a la luz?
Miryam: La verdad es que ya había publicado un libro de relatos cuando era más chica (bajo otro seudónimo que jamás revelaré, jaja) y para alguien que decidiera autoeditarse en ese momento -cuando las redes sociales aún andaban en ciernes-, la autopromoción era un trabajo de hormiga. Diez años más tarde, ya cansada de tocar puertas de editoriales y revistas que no me quieren, decidí que era hora de volver a intentar el tema de la autoedición, aprovechando la visibilidad y el empujón que una puede darse gracias a las redes.
Sobre Miryam
Miryam Hache nació a fines de los 80 en Buenos Aires. Cursó estudios de fotografía, cine, letras y antropología. Participó de diversos grupos literarios y colaboró como crítica de cine y literatura con distintas revistas culturales y periódicos. Durante varios años llevó el portal feminista de crítica de ficciones Imaginaciones Fílmicas. Escribió varios libros de poesía y narrativa, todos aún inéditos. “He visto a las mejores mentes de mi generación trabajando en un call center” es el primer libro que publica.
> Entrevista realizada por Malu Kruk, integrante de +P. Si querés contactarte con ella, escribile a mangeleskruk@gmail.com
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