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El poema como respuesta al dolor: experiencia y ofrenda

Reseña escrita por Malu Kruk sobre "El año de las madres" de Carolina Giollo, (Editorial Pánico el Pánico, 2020).

Foto: Cortesía Carolina Giollo


¿Cómo se aborda el duelo desde el texto poético? ¿Cómo convivimos con la presencia de la ausencia? ¿Qué hace el poema frente al dolor?


Este poemario relata la pérdida de la madre, figura estructural del desarrollo. La madre se le revela al niñx como el otro primordial, es la primera representante de la cultura y cumplirá una función primordial. Pero entonces… ¿Qué hacemos sin ella? ¿Cómo seguimos adelante?


Giollo reconoce la ausencia, la enfrenta, distingue la tristeza para acunarla, sabe que en la oscuridad acontecen-también- los jardines. Así, la poeta diseña un hogar para su madre, y para todas las que se fueron, porque desde su propia pérdida las nombra a todas. La autora es protagonista y testigo de esa falta, comparte su experiencia, la acaricia. Ofrenda su aprendizaje.


Además, la poeta es capaz de evidenciar en el duelo el sentido colectivo del dolor: el recuerdo que formamos del otro no pertenece solo a una persona, sino a todas las que fueron atravesadas por quien ya no está. De esta forma, en ese dolor no estamos solxs, estamos juntxs: Todos nos quedamos / en silencio / un rato largo/ miramos tu nombre tocar la tierra (fragmento de “Aniversario”). El enjambre de afectos frente a la muerte, la constelación propia del amor.


Giollo sabe que nada se detiene y, en ese movimiento, está también la respuesta al duelo. La sirena oscura que dice / que el mundo sigue siendo el mundo (fragmento de “Normalidad del mundo”) es la misma criatura irrefrenable y salvaje que nos pondrá de pie frente a la falta.


¿Donde habitan los muertos si no es en el poema, en el tributo de aquello que imprimimos en la memoria, en la escritura, en la palabra imperecedera? La poeta forja la respuesta en cada uno de sus poemas con insistencia, con dolor, con dulzura y con la certeza de que el encuentro será ahora de otra forma, pero ocurrirá. El poema revelará la herida y, también, el azúcar alrededor del corte.


Desde el psicoanálisis, Freud interroga el duelo no solo por la importancia de a quien pierde el sujeto, sino qué pierde de él en esa pérdida, es decir, ¿qué cosa de nosotros se va con el sujeto amado? Con la muerte del ser amado, la importancia de la función subjetivante en el duelo se vincula con la posibilidad de cada sujeto de rearmar su escena del mundo, sus recursos simbólicos e imaginarios para hacer frente a lo real de la pérdida, es decir, para poder simbolizarla. Desde la poesía, Giollo construye un nuevo discurso: se sumerge en ese dolor, se sincera, se desnuda frente a sus sombras, deja expuesta la lesión y, a su vez, su corazón. Conmueve.


La poeta afirma: “Tengo conciencia / pero el cuerpo es una herida” (Fragmento de “Herida”) El cuerpo, la carne como pústula. Ese reconocimiento le permitirá a la autora deslizarse de recuerdo en recuerdo, grácil y elevada, con el amor como hallazgo para apropiarse de la muerte, nombrarla y resignificarla, dotarla de un valor poético, imprimir el lenguaje en sus vértices. Porque la muerte -tal como se sugiere en “El año de las madres”- tiene también la forma del amor y propone la oportunidad de la trascendencia a través de quienes nos recuerdan y nos amaron.


Poemas:


Aniversario


Cuando la pena es íntima

se vuelve cómoda y segura

como una cueva

no se mide con palabras


hay un brillo sobre nosotros

pero no podemos verlo

me inquieta perder el hilo

o que las flores se doblen

sobre el mármol


las aves cantan

en los árboles desnudos

la llovizna dibuja

diamantes

en el pelo de mis hermanas

mi hermano guarda mi mano en la suya

para darle calor


todos nos quedamos

en silencio

un rato largo

miramos tu nombre tocar la tierra



Luz mala


cuando viajábamos al mar

en auto

contaba los esqueletos de animales

al costado de la ruta


a veces los números

me apretaban el pecho

imaginaba

el extravío y la agonía

animales muertos

de hambre y de sed

enfermos

solos

sin refugio


los huesos brillaban

azules

mientras

la luna nos seguía

hasta el Atlántico


a cada lado de la ruta

hay un cementerio que brilla


Normalidad del mundo


Mi cuerpo no puede soltar

el dolor.

Estoy de pie, pero siento

los brazos cansados.

Estoy despierta, pero preferiría

volver a la cama

quedarme quieta

ver las nubes grises

o cerrar los ojos.


Tratar de tapar con sueño

la sirena oscura que dice

que el mundo sigue siendo el mundo

que no se ha inmutado

nada

aunque ella ya no esté.



Sobre Carolina

Carolina Giollo (1982, Haedo) estudió Letras en la UBA, trabaja como profesora en el nivel medio y terciario, es gestora cultural, escribe desde siempre.

En 2015 publicó “La resistencia de la luna” (Huesos de jibia)

En 2017 publicó “Exilio” (Caleta Olivia)

Su último libro "El año de las madres", salió en octubre de este año por la editorial Pánico el Pánico.

Desde 2013 organiza el ciclo de poesía y arte Rumiar Buenos Aires, junto a Gaby Larralde. Proyecto con el cual ganaron la Beca Bicentenario de Creación del Fondo Nacional de las Artes en 2015.


Foto: Iñaqui Larralde


Sobre Malu

Malu Kruk (1985, Lanús). Profesora en Lengua y Literatura. Gestiona -junto a otrxs compañerxs- el proyecto de difusión de la palabra poética +poesía.

Próximamente, lanzará su primer poemario titulado “Punto de encuentro” (Peces de Ciudad Ediciones).



> Reseña realizada por Malu Kruk, integrante de +P. Si querés contactarte con ella, escribile a mangeleskruk@gmail.com


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