“En la poesía de Planisich, como bien lo menciona Aguirre, aparece este regreso hacia el origen. El campo a oscuras, como un modo de encuentro, con ese animal que alguna vez fuimos”. Reseña de Misael Castillo sobre "Dos luces de frente" (Editorial Palabrava) el poemario de Diego Planisich.
Dos luces de frente (2019) es un libro de Diego Planisich, publicado por la editorial santafesina Palabrava en la colección Rosa de los vientos. Ariel Aguirre fue el encargado de realizar la contratapa del libro, mientras que la ilustración de tapa consiste en una fotografía de Osvaldo Hugo Coulchinsky.
El poemario de Planisich es un libro que introduce al norte santafesino, esa parte donde se mezclan Chaco, Santa Fe y Santiago del Estero. La mención a estas tres provincias tiene que ver con la relación que guardan entre sí en lo que respecta a la tierra. Aguirre plantea en la contratapa “Las cosas aparecen a medida que se avanza, se cruzan en el camino (…) Dos luces de frente: el encandilamiento y el ladear la vista”.
En el poemario, se leen dos formas de escribir: la primera de ellas a modo de respiración (una suerte de poemitas) y, en segunda instancia, poemas (o la idea convencional de poema) que se van intercalando. Resulta interesante si lo pensamos de este modo debido a que, si así fuera, el poemario comienza con un respiro (que se diferencia de "la otra poética" por el uso de la cursiva): Tras el polarizado/ las nubes de tormenta/ siempre serán más graves. ¿Qué propone el autor en la conjugación del progreso y la naturaleza? Desde el principio, parecieran iluminarse esos elementos que otorgan una dinámica intensa al poemario. La polarización implica, en la consciencia, un detenimiento, y eso es lo que persigue Planisich en este poemario.
Para continuar con el análisis de la obra de Planisich, resulta interesante detenerse en Juarroz (Poesía y creación), cuando plantea la relación entre el sentimiento y la razón como una conjunción necesaria:
Pero, además, debe incluir ese no perder de vista la escala en que se mueve el hombre. Admitir y reconocer la presencia constante de lo que fue su origen, con lo que va a ser su muerte, con lo que es su presente, con lo que en suma es: una conciencia despierta en el universo y al mismo tiempo un ser cargado de sueños y contradicciones.
El poema Aspas (p,16) pareciera, de alguna manera, tener esta doble consciencia de la que habla Juarroz. No aparece aquí la contemplación, la capacidad de observar las cosas como un hecho despojado en el idilio, sino, por el contrario, lo que configura es un modo de vivir que se análoga al de otros seres. Es preciso pensar este modo de conjugarse que presentan los seres humanos para con el mundo animal. La plena consciencia no es un motor del que pueda abandonar el yo poético, porque se reconoce en consciencia terrenal y, como las hormigas, hombreó el camino: “Ya se piensan/ las primeras heladas:/ somos hormigas/ hombreando el camino”.
Por otro lado, también aparece esta presencia constante que menciona Juarroz, presencia constante hacia el origen. En la poesía de Planisich, como bien lo menciona Aguirre, aparece el regreso hacia el origen. El campo a oscuras, como un modo de encuentro, con ese animal que alguna vez fuimos: “Un zorro corta la negrura/ con el brillo de sus ojos/ Apago las luces:/ la luna/ se acerca/ para conocernos”. Además, la personificación de la luna genera un impacto sobre todos los que se tienden en el suelo. La iluminación es un modo de construir la mirada, pero lo interesante radica en cómo se construye esa mirada en la noche. Tal vez, el yo poético refiere a la luna desde una pureza que nada tiene que ver con lo romántico (o quizás sí), pero elige esa luz para descubrirse.
Podríamos retomar la consciencia, como efecto de la observación, antes mencionada, para analizar el poema Los toros. Aparecen en él tres ideas fundamentales: el tiempo, la soledad y la tierra. Lo interesante de la mirada poética tiene que ver, y esto es personal, con reconstruir la visión estética personal a una dirección donde la universalidad permita el sostén temporal. Hablando de los toros menciona: “Son niños huérfanos/ que juegan solos”. ¿No se revitaliza, acaso, una mirada cuando encuentra la desobjetivización y tiene la posibilidad de pasar por el inconsciente? La poesía de Planisich carga de vida a todas aquellas cosas que parecen inanimadas, más allá de la vitalidad que carguen. Además el “yo” poético enuncia: “Los caminos tienen huellas/ que nunca sanan”. La idea del camino como una herida se hace presente, tal vez, para producir un efecto de regresión donde la vida y la muerte se cruzan.
Sin embargo, en la oscuridad de su discurso nos ofrece cierto respiro, que avanza junto con cada poema: “Cualquier cosa que florezca/ trae consigo un peligro/ vivir/ conlleva el peligro de vivir”. A la especie de mantra, aparecen estas respiraciones, de las que habla Analía Giordanino, como un modo de regular la tensión estética de la lectura. Hacia el final del libro, es difícil distinguir entre cuál es la respiración que sana y cuál la que pregunta. El poema Tronco es un ejemplo de lo mencionado: “Si el tronco/ sirve para leña/ ¿Para qué/ las raíces?”. La figura fundamental de este poema tiene que ver con un crecimiento. Tal vez, al yo poético no le basta, en la página cincuenta y cuatro del poemario, la consciencia y recurre a preguntas que no puede responderse.
Por último, teniendo en cuenta que este es un poemario, que se configura como un poemario del no regreso, o tal vez, de otro modo de habitar el regreso, como plantea Aguirre, un poema clave es Las chapas. En la que el yo poético, ingresa al sueño, con la ferocidad de la consciencia persiguiéndolo. Pensar en los perros del barrio, en el abandono, tal vez, sea un modo de reconciliarse con la noche que lo ilumina y lo iguala a un animal cualquiera.
POEMAS
ASPAS
Al molino le brillas las aspas: es una mariposa empotrada en el cielo de Santiago
Al quebrachal se le vuelan los pájaros
Ya se piensan las primeras heladas: somos hormigas hombreando el camino
ES UNA MIRADA
El barro es una mirada envuelta en la noche
Un zorro corta la negrura con el brillo de sus ojos
Apago las luces: la luna se acerca para conocernos
LOS TOROS
El olor a bosta se me cruza en un profundo cambio de aire: trastabillo, porque acá los caminos tienen huellas que nunca sanan
Los toros mugen de un lado donde las pasturas aun sirven Ellos, con sus quinientos kilos son niños huérfanos que juegan solos
El sol no pierde la costumbre los pájaros buscan lugar y en la tierra lo que siempre me falta
TRONCO
Si el tronco sirve para leña ¿para qué las raíces?
LAS CHAPAS
Las chapas suenan un whisky barato por mis venas
Pienso en los perros de la cuadra si alguien los alberga de tanta marejada
Sospecho que iré a dormir tranquilo como un pibito que apenas piensa en nada
Sobre Diego
Diego Planisich nació en Avellaneda, Santa Fe en 1979. Es estudiante de periodismo. Publicó Arrullo(2014) y Grayskull (2019) por Corteza Ediciones. Ha participado de antologías, revistas literarias y fanzines. Formó parte de La Chochan (grupo de poesía). Estuvo a cargo del Centro de Escritores de Avellaneda (Sta Fe). Dictó diversos talleres literarios.
Sobre Misael
Misael Castillo nació en Tostado (Santa Fe) en el año 1993. Publicó Robarle al cuerpo lo que está de más (Ediciones Presente, 2019). Formó parte de la antología Voces Entramadas (Ediciones A capela 2021) impulsada por la Biblioteca Virtual de Buenos Aires. En 2021, fue seleccionado para publicar El tiempo cuando falta por El andamio Ediciones (San Juan) y Gorriones que anidan en las manos por Falta Envido Ediciones (Tucumán). Es estudiante de Lengua y Literatura y dicta talleres de Lectura y Alfabetización en barrios populares. Conduce el programa radial Los días más felices. Forma parte de la Colectiva de Resistencia Poética +Poesía y es colaborador eventual de Periódico 9 de Julio.
> Reseña realizada por Misael Castillo, colaborador de +P. Si querés contactarte con él, escribile a misaelcastillo.1972@gmail.com
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