Entrevista a Gonzalo Montenegro, poeta y futuro profesor. Conversamos acerca de su vínculo con la literatura y el surgimiento de su voz poética que se posiciona, reivindica y conmueve.
Foto: Jimena Zaracho
Carolina Martin (CM): Me gustaría que nos cuentes sobre tu primer contacto con la poesía ¿Cómo fue? ¿Qué sentiste o qué pensaste? ¿Qué encontraste en esa forma de expresión que te hizo decir "yo también quiero"?
Gonzalo Montenegro (GM): Mi primer contacto con la poesía, al menos de forma consciente, fue en el 2016. Había visto en la televisión una noticia acerca de cómo casi matan a un pibe, que había robado un teléfono. Me recuerdo con un enojo casi desconocido, incluso, inentendible para mí. Inmediatamente, me senté a escribir. De ahí surgió un poema bastante extenso, que se llamó “Declaración jurada” y que va a estar incluido en mi primer poemario. Fue un vómito liso y llano. Luego, en el 2017 asistí a un taller de escritura coordinado por una señora rubia bastante particular. En ese momento, no tenía mucha idea de quién era ella, porque no leía demasiada poesía. En su taller leí el poema y me dijo algo que hasta el día de hoy guardo como uno de los tesoros más hermosos que tengo. Esa señora resultó ser Diana Bellessi y, seguramente, ya no me recuerde. Ella fue un pilar fundamental a la hora de decidir, que lo que tenía que hacer era seguir escribiendo. Digo de forma consciente, porque más adelante me di cuenta de que escribo desde los 12 años en distintos portales digitales y cuadernos que encontré boyando por ahí.
CM: ¿Cuáles fueron los primeros autores que leíste y cuáles los que más te inspiraron a la hora de empezar a escribir?
GM: Recuerdo haber empezado a escribir sin tener la menor idea de lo que estaba haciendo. Sin embargo, después del taller de Diana sentí que se me abrió un mundo. Yo era bastante más chico, pero en ese entonces ya arrastraba mi melomanía. Cuando empecé a habitar el mundo de la poesía, busqué autores que, al igual que un artista musical, me cautivaron por su forma de recitar. La poesía me resultaba una especie de canto, por ese ritmo hermoso que tienen las palabras cuando están bien combinadas. Para mí eso era un poema y un poeta que valían la pena. Tal es el caso de Diana. Escucharla leer es una de las cosas más placenteras que presencié. Hoy sigo buscando lo mismo, pero soy mucho más receptivo con aquello que en vivo no me atrae, pero en el papel me rompe la cabeza. Luis Pescetti, en los conciertos de poesía y música que hacía con Juan Quintero, también ha sido de gran inspiración a la hora de sentarme a escribir y, sobre todo, de pararme frente al público a leer. Tal vez ese placer por la tradición oral me hace sentir que el poema cierra su ciclo cuando es recitado en vivo y no antes. Me han inspirado muchos poetas, desde Withman hasta Mariano Dubín y desde Diana hasta un músico como Fernando Cabrera.
CM: ¿Cómo es tu vínculo con la escritura actualmente y sobre todo con la poesía? ¿Siempre tuviste el mismo leitmotiv o fue cambiando a lo largo del tiempo?
GM: Creo que no ha variado mucho desde la primera vez. Si busco en el pasado, encuentro que la poesía funcionó como una forma de encauzar una ira bastante particular que me fue marcando el camino. Algo así como meter enojos en una máquina que intenta transformarlo todo en un objeto estético. Fue en cierta forma, una de las herramientas más amables que encontré para fugarlo todo (cosa que creo, es bastante típica en los adolescentes). Hoy, la poesía me divierte muchísimo. No todos los poemas pueden ser ese vómito primero. Por eso, fui tratando de aprender mecanismos que me permitan expresar lo que aún me espanta, lo que extraño, lo que me hace reír de la mejor manera posible. Creo que encontré una forma menos pesada de relacionarme con la escritura. El leitmotiv no ha variado en demasía, aunque sí la forma.
CM: Al leer tus poemas siento una voz poética muy colocada y consciente de la posición del enunciador. El lugar de la otredad, de lo marginal, pensando en tus poemas “Declaración Jurada” y “Tu” ¿Cómo fue el hallazgo de ese yo poético? ¿De dónde viene o por qué vino?
GM: Criarme en un barrio donde la mayoría de sus pibes y pibas son la herramienta más a mano que tienen muchos sectores para sanar culpas por todos los males de la sociedad hizo que- inevitablemente- esa voz poética emergiera. Sin embargo, esa voz, no se molesta en explicar nada, no busca concientizar ni ser un gurú de la solidaridad de clase. Luego, el poema puede desprender algunas reflexiones inevitables. Reflexiones que no son nada nuevas, quiero decir. Esa voz, es una voz harta, que ya no busca que la entiendan porque a los que les cae el estigma no quieren que los entiendan. Les importa un carajo. Esa voz no busca mostrar lo mal que está el mundo y la falta de empatía de gran parte de la sociedad. Esa voz desde un inicio reivindica su lugar. Si vos crees que yo soy todo esto ¡Sí! perfecto! Soy todo esto y mucho más. Es una voz que se desplaza entre el orgullo y la ternura, pero nunca llega ni por casualidad a sentirse culpable, ni a pedir disculpas, ni a victimizarse. Y eso siempre me resultó favorable a la hora de escribir un poema. Acá es donde entra en juego el famoso debate sobre “la reivindicación de la pobreza”, que bastante mal les pone a algunos. Creo, que hay un sesgo bastante conservador cuando se habla de que no está bien hacer del abandono, una bandera. Como si en los barrios populares la belleza estuviera prohibida, como si una pared sin revocar y una zapatilla rota nos quitara el derecho de poder sonreír ante algo que nos parece hermoso o gracioso y exponerlo en un verso, en medio de todo eso. Claro, que esa voz poética va a hacer de todo eso una bandera, pero eso no quiere decir que predomine un sesgo frente a la desigualdad social que sufrimos durante tanto tiempo.
CM: Sé que estás por editar tu primer poemario con Patronus Ediciones ¿Cómo viviste el proceso de reunir tu material y comenzar a organizarlo de cara a una publicación? ¿Cuál es el concepto, idea o pensamiento, que cose a los poemas del libro?
GM: Fue algo muy lindo. A Javi Roldán (editor de Patronus) lo conocí en ese taller de Diana y, hasta el día de hoy, somos compañeros en la Universidad de General Sarmiento. En poesía es lo más parecido a un maestro que tuve y alguien que admiro mucho como poeta y como persona, sobre todo. Con lo cual trabajar con él en todo esto es para mí una tarea más que grata y cómoda. Al día de hoy, seguimos trabajando y él me ayuda a seguir hilando en algunas cuestiones fundamentales. No soy para nada un erudito de la poesía, pero su generosidad siempre me da mucha confianza para seguir escribiendo. Con respecto a lo demás, el poemario aún no está cerrado así que hablar de un hilo conductor es bastante apresurado. Estoy aprovechando esta posibilidad de publicar para aprender muchas cosas y seguir explorando esa voz poética que a veces es más radical y a veces más calmada, creo que ese carácter dual se ve reflejado un poco en el poemario.
CM: Sé que tocás la guitarra y que estás además vinculado con la música ¿Sentís que ambos universos, el de la poesía y la música, se nutren mutuamente? ¿En qué cosas lo ves reflejado?
GM: En mi caso, no me sucede para nada. Si bien la música vino a mí de muy chico (mucho antes de que empezara a escribir), con el paso del tiempo solo resultó algo que me gusta hacer, pero nada más. Nunca pude componer nada (risas). Si escribía una letra, me resultaba imposible ponerle música y viceversa. De hecho, a la hora de cantar y tocar algo con la guitarra soy bastante más cara de piedra que a la hora de escribir un poema (ya que no me importa en demasía ni me obsesiono, como sí me pasa cuando escribo un poema).
CM: Volviendo un poco al yo poético, leí algunos poemas tuyos que transitan lugares de la cotidianeidad e incluso retratan escenas familiares. Si unx lee varios así de un tirón se puede ir armando una historia alrededor de esa voz que tiene sede en Villa Palmira ¿De qué forma se va configurando ese universo? ¿Sentís que se está jugando algo en el poema a la hora de trabajar con toda esa materia prima?
GM: A veces siento que todo lo que escribí desde el inicio se trata de este lugar y su gente. Lo cual contestaría bastante la pregunta anterior sobre cuál es la idea o el hilo que conduce todo el poemario. Como si fueran pequeñas estridencias de la mirada que desde muy chico han ido trazando un camino entre lo micro y lo macro. Por un lado, el barrio en toda su composición (incluso con la miseria de la otredad que hace que uno busque plantar bandera en un lugar o en otro). Por el otro, mi pequeño mundo en familia, que desde un inicio me permitió poder hacerme a un lado de ciertos lugares peligrosos para poder mirar y registrar las cosas que me conmovieron y al día de hoy lo siguen haciendo. Esos dos mundos se entrelazan todo el tiempo, se fusionan y se vuelven a separar y así todo el tiempo. Hace poco menos de un año, me mudé con mi novia a San Miguel. Ya no estoy viviendo en el barrio y eso hace que todo ese universo se vuelva un elemento de la nostalgia. A veces extraño demasiado y a veces no extraño nada. Esas dos formas de afrontar el cambio, modifican la manera en la que abordo ese universo. Por eso te digo, que todavía no hay un hilo conductor entre los poemas. Primero, porque no está terminado y segundo, porque mi forma de verlo está en constante modificación.
CM: ¿Qué lugar ocupa la poesía hoy en tu vida? ¿Cómo te modificó (si es que eso pasó) el trabajo con la palabra poética y el incursionar en el mundo de la poesía?
GM: La poesía y la literatura en general ocupan gran parte de mi vida, sobre todo porque soy estudiante de Lengua y Literatura de la Universidad de General Sarmiento (risas). Más allá de eso y de un amor bastante inexplicable por la poesía, no creo que haya modificado demasiado mi vida. No soy muy adepto de otorgarle a las artes en general, pero en específico a la poesía y a los poetas, propiedades sobrenaturales que vienen a salvarnos de algo o hacer de este mundo algo soportable y más ameno. El mundo es insoportable exista la poesía o no exista y, sin embargo, creo que es eso lo que la hace tan maravillosa. Está ahí, ocupa nuestro tiempo un rato y nos hace olvidar de ciertas cosas por un momento, al igual que fabricar una silla o acariciar un gato. Lo valioso está en elegirla para que ocupe nuestras horas habiendo tantas otras cosas para hacer.
CM: ¿Qué opinás del escenario actual de la poesía y sus actores? Me refiero a los poetas que se están leyendo, a los ciclos, las lecturas, los talleres y a la difusión de la palabra poética, sobre todo a través de las redes.
GM: No paro de sorprenderme gratamente de cómo ha ido creciendo todo lo relacionado con la poesía. Como cholulo de las lecturas en vivo, me encanta ver que cada vez hay más lugares donde ir a leer, reunirse, hablar de poesía, etcétera. Me alegra ver cada vez más editoriales independientes dedicadas a la poesía, portales digitales, talleres, ciclos que la ponen en la escena literaria con más fuerza. Ese empuje que se observa desde los sectores más pequeños se ve reflejado ahí, en lo más alto. Por ejemplo, hace unos días se abrió la convocatoria en el CCK para el Premio Storni al mejor libro inédito de poesía ¡Eso es algo que merece muchísimo ser celebrado!
Por otro lado, prefiero mantener mi poesía lejos de las redes sociales porque siento que no es el lugar para lo que escribo. Las cosas ahí son bastante efímeras y siento que -no todo- pero mucho de lo que se está escribiendo y se publica bajo estas plataformas se adapta a ese carácter efímero (tanto en extensión como en temática). Entonces creo que, así como todo se dinamiza, también parece perder un poco la potencia de choque que tiene que tener un poema. Aun así, celebro y admito que, en contexto de pandemia mundial, los lazos poéticos que se generaron fueron de mucha importancia. También pienso que son las nuevas formas de adaptar la poesía a los nuevos espacios digitales y a eso no hay con que darle. Lo importante es que siempre esté presente y siga creciendo.
CM: ¿Considerás que perseguís un propósito con tu poética? ¿Hay algún lugar al que apuntes? Si es así... ¿Cómo te gustaría lograrlo?
GM: Si es así, todavía no lo descubrí. Hacer un hábito de la escritura me ha llevado por caminos distintos. Después son decisiones: compilar las cosas que creo que están relacionadas y arman entre sí una suerte de historia que valga la pena ser contada bajo la forma poema. En definitiva, sinceramente espero no encontrar ese propósito pronto porque quiero seguir explorando por mucho tiempo la palabra poética y seguir, sobre todo, divirtiéndome.
Sobre Gonza:
Gonzalo Montenegro tiene 23 años y estudia para ser docente de Lengua y Literatura en la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). Nació en Grand Bourg y vivió toda su vida en Villa Palmira, hasta hace un año. Publicó sus poemas en distintos portales digitales y participó en diversas antologías poéticas. Actualmente, está preparando su primer poemario, que se saldrá por Patronus Ediciones este año.
Foto: Jimena Zaracho
Sobre Carolina
Carolina Martin (1991, Lanús) Futura profesora en Lengua y Literatura. Participa como gestora -junto a otrxs compañerxs- en el colectivo de difusión de la palabra poética +poesía.
> Entrevista realizada por Carolina Martin, integrante de +P. Si querés contactarte con ella escribile a carol.martin@live.com.ar
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