“El autor reconoce una especie de otredad temporal en la que pone al servicio del lector un modo de interpretación de la realidad en el que caben muchas realidades”. Escribe Misael Castillo sobre "Edificio en llamas" de Ignacio Ratier publicado por Chernobyl Ediciones.
Edificio en llamas es un libro del escritor santiagueño Ignacio Ratier, publicado por Chernobyl Ediciones de Santiago del Estero, la cual ya cuenta en su catálogo con varios libros y proyectos, surgiendo con fuerza en el noroeste argentino.
En el poemario de Ratier aparece, en primer lugar, una construcción de la soledad que se contradice con la visión hegemónica que tenemos con respecto a ella. Reivindica a la soledad como espacio de autoconocimiento desde un posicionamiento contracultural debido a que la soledad suele tener una connotación negativa, ya que representa al silencio, al no diálogo, al pensamiento.
Tal vez, para el autor, estar en soledad es como detenerse un rato, pedirle al mundo que siga, para esperar otro distinto o para hacerlo. El yo poético enuncia “¿A qué hora duermen todos en esta casa/ y qué pasa con las cosas mientras tanto?” y no hay que perder de vista que son los primeros dos versos del poemario. Reconciliado con la propia proximidad celebra el espacio, enuncia: “cuando todos duermen/ y cuando digo todos, digo todos”.
Pareciera que el autor llega a la soledad y nos escribe desde allí, para contarnos en qué consiste, como si de un viaje se tratara. Claro que, para esto, el yo poético pone el cuerpo. Enuncia: “Amigos, estoy bien/ escribo desde la habitación 504”. Añade: “La peor desidia: la propia/ la de mirarnos desde afuera” y estos versos podrían estar vinculados al propio descubrimiento, pero... ¿Cómo mirarnos desde afuera, cómo extrañarnos, si no tenemos soledad que nos sostenga?
Otro de los elementos que aparece a lo largo del libro es el tiempo. Y podríamos pensar en el tiempo, casi como un personaje que preocupa al yo poético. El autor reconoce una especie de otredad temporal, en la que pone al servicio del lector un modo de interpretación de la realidad en el que caben muchas realidades.
una anciana que caminaba lento a paso de hormiga. Decidí seguirla. Tuve que ir a la misma velocidad
En esa soledad concebida en los primeros poemas y en el reconocimiento de los tiempos, se percibe -de alguna manera- que el yo poético persigue un profundo revisionismo que le permite aceptar su disconformidad con el mundo. Como si hubiese pasado por el infierno, sale de la habitación 504 y empieza a reconocer los dolores, las humillaciones, las postergaciones, las injusticias, las despedidas. Realmente, Ratier construye una especie de camino del héroe desde su poética. El uso del yo es una excusa. En este poemario, el yo podría ser cualquier yo. El yo es un nombre propio, como cualquiera -como decir Juan, como decir Inés- el autor no se nombra, se construye.
Por otro lado, aparece la fuerza social que avanza por el libro y termina por ocupar el espacio principal. El yo poético se cruza con el militante, con el pibe de barrio, con el pibe que se encuentra en la soledad. En uno de los últimos poemas, el yo se encuentra con un joven que lo asalta y, lejos de morirse por el despojo de las cosas, vive.
El chico de la cara sucia tomó mis cosas/ sus cosas y se marchó sin despedirse.
Me levanté y volví caminando al mismo paso de la anciana con la tranquilidad de saber que nadie llamaría.
A modo personal, Edificio en llamas es un libro que se adapta a los paradigmas de la época en que vivimos. En él, confluyen percepciones contraculturales del mundo con las impuestas desde el sentido común. Debidamente, el yo poético nos reclama movimientos en la consciencia: “Nada más fútil/ que el cuerpo que tiembla en la quietud”. En este momento del libro, quien escribe pareciera inclinarse más a la construcción del yo que es a través de lxs otrxs, para lxs otrxs, como una especie de metafísica política que evita lo panfletario.
Preguntate quién te lleva al barrio por qué te lleva al barrio para qué quiere el barrio después, no lo dudes, andá al barrio.
El poemario entero aparece cargado de concepciones políticas: la concepción del amor, la de la militancia, la de la soledad. Ratier, tal vez, estaría muy interesado en transformar el mundo que le ha sido brindado. Uno entiende, o piensa entender, pero la dificultad de este libro no está en la semántica, sino en la pragmática, en la sublimación. Quienes leemos, esperamos reconocernos en los poemas, pero eso es difícil, debido a que el libro nos interpela constantemente. Creo que, tal vez, el libro es un espejo que nos muestra nuestra cara oculta o, al menos, nos empuja a saber que existe.
Poemas
Qué pasa con las cosas
¿A qué hora es que duermen todos en esta casa y qué pasa con las cosas mientras tanto? Las cosas porque, quiero decir, nada se rompe de un día para el otro. ¿Qué pasa con las cosas?, pregunto cómo es que todo se desgasta. El espectáculo del tiempo poder que pocos tienen para ver con precisión la danza de los átomos el avance implacable de la muerte. Y nuestra piel tersa, luminosa suave, enfrentada a las erupciones de la pubertad, se endurece, reseca, arruga. Cambia como nosotros, como cambia el tacto.
Una tabla periódica de todos los elementos que aparecen en el contacto de dos cuerpos, lo que hace posible que nos pensemos, esa materia con la que frotamos nuestra ausencia. Un instante esquivo a cualquier hora de la noche, cuando todos duermen -y cuando digo todos digo todos sin lugar para el desvelo o la vigilia-. El espectáculo del tiempo moviendo las cosas a paso de elefante con el ruido de una mosca. El avance implacable de la vida y la piel que se cansa, se agota y se hincha. El contacto de mil cuerpos que riegan el microcosmos, la actividad paranormal que se define por nuestra incapacidad de ver, sentir y oler lo que no podemos ver, sentir y oler. El basurero de la conciencia la copa sin vino rota los labios cortados un beso ausente que paraliza el mundo. ¿O acaso todos perciben el sismo? ¿Acaso no llevas la pregunta en la punta de la lengua? ¿Qué pasa con las cosas?
Mamá está rota
papá está roto pasan los años y descubro mis hermanos también están rotos. El abuelo, antes de morir, nos advirtió cuán indigno se sentía al vernos juntar sus pedazos. Cuando te conocí, me lo dijiste, estoy completamente rota, y yo, querida, no puedo hacer nada
Perfecto hermoso veloz luminoso
el hombre espera y sufre sufre por lo que no debe sufrir. La ética y el dolor. El hombre se retuerce se hace bollito carraspea hace globitos de saliva que salpican el cemento. El hombre espera no sufrir y en el abismo de la angustia de hoy ve desplegada una barra de completos desconocidos, un edén, después de todo, lleno de gente a la que no le importa lo que pasa. El hombre tartamudea en el pensamiento agota la jarra y ya no le duele.
Sobre Ignacio
Ignacio Ratier nació en Mar del Plata en 1993. Vivió casi toda su vida en Santiago del Estero. Es licenciado en Comunicación Social por la UCSE y maestrando en Ciencias Sociales y en Industrias Culturales: Políticas y Gestión por la UNQ. Integra equipos de investigación en Indes-Unse y en UNQ. Trabaja en una agencia de marketing y es docente en el nivel medio y superior. Integra el colectivo editorial de la revista Subida de Línea. Organizó ciclos de lectura de poesía. Lee compulsivamente y escribe poesía, cuentos y ensayos.
Sobre Misael
Misael Castillo nació en Tostado (Santa Fe) en el año 1993. Publicó Robarle al cuerpo lo que está de más (Ediciones Presente, 2019). Formó parte de la antología Voces Entramadas (Ediciones A capela 2021) impulsada por la Biblioteca Virtual de Buenos Aires. En 2021, fue seleccionado para publicar El tiempo cuando falta por El andamio Ediciones (San Juan) y Gorriones que anidan en las manos por Falta Envido Ediciones (Tucumán). Es estudiante de Lengua y Literatura y dicta talleres de Lectura y Alfabetización en barrios populares. Conduce el programa radial Los días más felices. Forma parte de la Colectiva de Resistencia Poética +Poesía y es colaborador eventual de Periódico 9 de Julio.
> Reseña realizada por Misael Castillo, colaborador de +P. Si querés contactarte con él, escribile a misaelcastillo.1972@gmail.com
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